La adicción a los medicamentos recetados
Normalmente relacionamos adicciones con el alcohol o el consumo de drogas callejeras pero una de las adicciones más peligrosas e invisibles es la adicción a los medicamentos.

La sociedad actual ve a las adicciones como algo ajeno y alejado de todo aquel que lleve una vida que podríamos llamar “recta y ordenada”. La mayoría de las personas creemos estar a salvo de tener una dependencia a las drogas en alguna etapa de nuestras vidas. El sentido común dicta que para que exista una adicción esta tiene que venir acompañada de que una persona tenga un entorno difícil con situaciones conflictivas, inconsciencia y que normalmente puede estar más presente en sectores más marginados de la sociedad. También podríamos llegar a creer que las adicciones son exclusivas para consumidores de drogas como la heroína, la cocaína, el alcohol o el tabaco… pero no es únicamente así.
Narconón México reconoce que la adicción a los medicamentos recetados es un enemigo invisible, que permanece oculto a los ojos de la inmensa mayoría de la población. Y es que, es muy difícil comparar entre una persona adicta a drogas ilegales que se consiguen en las calles a poder darse cuenta de que existe una adicción a esos medicamentos recetados por un doctos de confianza.
Un adicto a los medicamentos recetados, al igual que el adicto a otras sustancias, los utiliza para un propósito diferente del que tenía inicialmente o del motivo por el cual le fueron recetados. En ambos casos, se empieza a depender de su consumo para sentirse mejor y dejar de experimentar los antojos o deseos, así como síntomas negativos, tanto físicos como psicológicos de abstinencia, en los periodos de reducción o eliminación de la toma del medicamento.
El uso de medicamentos recetados de forma continua aportan exactamente las mismas consecuencias negativas para el usuario, como son las dificultades de mantener relaciones, los problemas en el trabajo, el riesgo de daño físico y mental, etc., pero, desgraciadamente, para los adictos, en este caso la adicción está socialmente más aceptada que ninguna otra, por lo que la lucha para frenarla se hace aún más complicada. Frecuentemente, podrías escuchar excusas del tipo; “es mejor que lo que tenía antes”, “sin estas pastillas la enfermedad me supera”, “si me las da el médico, no son malas”.

Todos aceptamos estas excusas como ciertas y la dependencia sigue su curso, al contrario que cuando nos enfrentamos a los consumidores de drogas ilegales. Aquí no sabemos cuándo hacer algo para frenar el consumo excesivo y si esta acción no tendrá una repercusión negativa en la salud del paciente, incluso peor que la propia adicción.
Nos encontramos, por tanto, ante una situación desconocida, en la que sólo los profesionales de la salud o los especialistas de centros de rehabilitación, como los que componen la red Narconón y Narconón México, son capaces de establecer los caminos de la rehabilitación.
Medicamentos más frecuentados y adictivos
Pero en la medida de nuestras posibilidades, podemos intuir cuando un consumo excesivo de algunas pastillas puede estar resultando peligroso para la salud. Y es que se ha convertido en una rutina la de tomar una pastilla cada vez que nos sentimos mal de algún modo, esta acción se ha instalado en las personas, sobre todo entre aquellas de más avanzada edad, como algo natural y aconsejable.
En los años 70, para escapar de la realidad estaba el Valium, muy usado por las amas de casa para superar depresiones; hoy, sin embargo la gama de estos productos se ha multiplicado, siendo los más conocidos:

Paxil, paroxetina o seroxat: un potente fármaco antidepresivo inhibidor. Es usado para tratar depresión clínica, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno de ansiedad social (TAC), trastorno de pánico , trastorno por estrés postraumático (TEPT), trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y trastorno disfórico premenstrual (TDPM).
Los efectos secundarios comunes incluyen somnolencia, sequedad de boca, pérdida de apetito, sudores, dificultad para dormir y eyaculación retardada. También puede ser asociado con ligeros riesgos de defectos de nacimiento. El síndrome de abstinencia puede ser más común con paroxetina que con otras ISRS. Varios estudios han relacionado la paroxetina con pensamientos y tendencias suicidas en niños y adolescentes.

Lorazepam: un ansiolítico, amnésico, sedante e hipnótico, anticonvulsivo y relajante muscular. Entre sus contraindicaciones, cabe destacar la hipersensibilidad conocida a las benzodiazepinas, insuficiencia respiratoria descompensada y glaucoma de ángulo estrecho.
Prozac: de características parecidas al Paxil, durante el embarazo no debe ser usado. A largo plazo, hace al paciente más propenso a sufrir de hipertensión y puede inducir episodios maníacos en pacientes con trastorno bipolar. También causa somnolencia como uno de sus efectos colaterales. Otros posibles efectos secundarios incluyen dificultad motora, resequedad en la boca y garganta, enrojecimiento de la piel, una alta frecuencia cardíaca (taquicardia), visión borrosa debido a la falta de acomodación (cicloplejia), sensibilidad anormal a la luz (fotofobia), dilatación de la pupila (midriasis) y otros trastornos de la visión, retención urinaria, estreñimiento, dificultad para concentrarse, pérdida de la memoria a corto plazo, alucinaciones, confusión, disfunción eréctil, eyaculación retardada o inalcanzable y delirio.
Otros medicamentos peligrosos son el Lexapro, Xanex, Zoloft y Wellbutrin. Si la depresión no te mata, quizás el dolor lo hará. La hidrocodona, Tramadol, Vicodin, Lyrica, Oxycodone y Percocet son también de los más recetados por los médicos.
Todos y cada uno de estos medicamentos son adictivos y tienen efectos secundarios desagradables.